Podría decirse que he querido escribir un libro sobre la moral
judeocristiana, bueno, mas bien sobre la ética, la moral y el orden
natural de las cosas, buscando otra perspectiva de lo cotidiano; todo
ello gracias a una protagonista contradictoria en una novela que
integra historia, erotismo, música, ciencia ficción y epistemología,
incluyendo ciertos temas científicos que me interesan por su utilidad
para entender la realidad de nuestra sociedad a escala mundial. Otro de
los objetivos del libro sería contribuir, humildemente, a liberar al
conocimiento científico del oscurantismo y ostracismo al que quieren
someterlo todos aquellos que se erigen en baluarte de la cultura en este
país (España), valiéndose para ello de diferentes argucias: desde
planes de estudio perversos hasta el control de la producción literaria
en lengua española, como jueces y garantes de lo que es correcto
publicar y de lo que no y, en definitiva, de lo que ha de leerse, como
si ello fuese patrimonio exclusivo de las humanidades; ¿por qué se ha de
decir “fríamente racional”?, como si la razón no tranquilizase y
reconfortase nuestra alma. La ciencia puede ser útil, divertida y, en
la medida en que se profundice en su conocimiento, contribuirá a
hacernos más libres.